domingo, 17 de mayo de 2009

Esperar, esperar...
Los impulsos no tienen hueco en el discurso diario, chocan con el miedo de quienes te rodean, no existe la fuerza precisa para recibir el impacto de acciones dirigidas únicamente por los sentidos. Jugamos de manera hipócrita, falseamos los conceptos de madurez o racionalismo, para evitar abrirnos, desnudarnos ante realidades demasiado familiares, conocidas sin haberlas presenciado, y como asusta.
Volver a un estado primario, de infantilismo absoluto para revivir la sensación de libertad, de decir o hacer en todo momento lo que queremos o creemos, porque no existe la expresión "que dirán", o la palabra juzgar.
Duele la impotencia que se ha afincado en nuestra evolución como adulto, de hablar de lo que tenemos dentro, de los instintos primitivos e incontrolables como el amor o el miedo, porque hemos aprendido que ese acto implica una gran consecuencia, siempre ligada al error o la pérdida.
Equivocarse, desde cuando es malo, cómo aprender o conocer, sino es de este modo.
Perder, perder el qué, la creencia en una mentira beneficiosa para algunos, destructiva para otros, en todo caso falsa, desequilibrada.
Prefiero perder, equivocarme, hacer el rídiculo, (actividad para mi desconocida en ciertos terrenos, en los que decidimos ser transparentes), quiero la verdad, moldeada por la realidad que rodea a cada uno de nosotros y nuestra percepción.
Si conozco las palabras reales, sin prejuicios absurdos, entonces yo, y sólo yo, decido qué hacer y qué realidad crear, a mi manera, dispuesta a caer, con todas las consecuencias, ahora infinitas, e impredecibles.
Quién sabe, esta vez lo mismo no gano.

1 comentario:

A Ulloa en fotos dijo...

Bravooo!!!!

Sí señora, podemos gana o perder, pero estamos en lo de siempre, si uno no juega...

Por cierto, ¿puedo enlazarte o prefieres seguir en el anonimato?

Un millón de bicos ulloanos.